miércoles, 9 de julio de 2014

La cocina de la abuela

Las recetas de cocina siempre empiezan indicando el nivel de dificultad que conllevan y, en la mayoría de los casos, lo que se quiere conseguir es una que sea fácil y además nos dé el resultado que buscamos. Las recetas son fórmulas y las fórmulas son las soluciones a todos nuestros problemas. ¿Por qué digo esto? Quizás sea porque nos gusta utilizar instrucciones para convivir con otras personas.


Cuando una persona nace, normalmente como bebé,  lo más fácil es darle a su madre un libro donde le indica cómo tiene que cuidar a su hijo. Luego, cuando tiene la edad para comenzar el colegio, las reglas son otras pero siguen estando y siendo igual de estrictas. Si continuamos analizando las diferentes etapas por las que pasará nuestro inicial bebé siempre se encontrará limitado por lo que puede o lo que no puede hacer sin él haber tomado parte en esta decisión. Sin embargo, aceptará de buen grado porque las normas le facilitan la vida, si las sigue conseguirá un delicioso pastel gracias a que antes otros probaron mil veces hasta dar con esa receta que suponían era la definitiva pero ¿lo es? ¿Puede modificarse o eliminarse según la sociedad cambia? ¿O debe permanecer inmutable porque así está dispuesto desde hace siglos?

domingo, 29 de junio de 2014

Del odio al amor, ¿un paso?

¿Cuántas personas conoces? ¿Cuántas personas ves a lo largo del día y con cuántos cesas momentáneamente tu actividad para saludarles e intercambiar un par de banalidades? Después de suponer que no son pocas, piensa a cuantas de ellas le contarías tu mayor secreto, ese que podría llevarte al calabozo o peor, a ser un marginado por toda la sociedad.

Entonces, de aquellos cuya presencia frecuentas habitualmente, ¿en cuántos confías? Posiblemente, todavía aparezcan varios en tu mente pues nos han enseñado a actuar así, a creer en lo conocido y a odiar o, como mínimo, a desconfiar de lo desconocido.

Pues, en el momento en el que comprendes a alguien, eres incapaz de odiarlo porque aprendes que su modo de actuar no es más que una consecuencia de una acción pasada.  Y debido a esto, cambias a los demás, o mejor, cambias lo que dices sobre los que te rodean puesto que una persona es y será siempre la imagen colectiva que los demás han creado.

En definitiva, si me preguntaran qué es lo debería recordar de cuanto le he dicho lo intentaría condensar en la famosa cita de Calderón de la Barca que dice así: “odiad a vuestros enemigos, como si un día debierais amarlos”.

domingo, 22 de junio de 2014

Esclavos de la ignorancia.

Una vez hubo un hombre que escribió: “la tiranía de la ignorancia es la más dura y lóbrega de las esclavitudes”. Este hombre murió en 1540 pero sus palabras continúan más vivas que nunca en nuestro tiempo puesto que el único hecho destacable del presente no es más que la victoria de la tecnología frente a un ser humano convertido en una especie que ha dejado de querer perfeccionarse. Esto no es del todo cierto en vista de que sí que quiere perfeccionarse pero solo físicamente debido a que deshecha la inteligencia y con “razón”.  Pues qué es la inteligencia sino aquello que puede ser imitado por una máquina.

De esta manera, la Historia pasada y su cultura es olvidada por todos y si ocurriese accidentalmente el caso de que alguien quisiese recuperarla sería ante todo tachado de loco, o al menos, de ser un hombre singular y extravagante. Entonces, entre las opciones de éste se encontraría la de renunciar a amar el conocimiento o, en cambio, a esconder ante los demás este amor si no quiere ser discriminado por la sociedad.


Aunque esto pueda parecer una exageración de una mente febril se hallan ciertos toques demasiados reales del tiempo que nos ha tocado vivir.

lunes, 5 de mayo de 2014

Hola, personas que en algún momento decidan leer esto:

Sé que tengo el blog abandonado y no hay día que no lo recuerde y me flagele por ello pero, tranquilos, en un mes volveré a las andas y espero que esta vez mi estancia dure algo más. Durante este silencio que, quizá pareciera eterno, he escrito mucho y he borrado aún más; sin embargo, no puedo decir que mi ilusión por compartir a través de las letras mis pensamientos haya disminuido sino muy al contrario, cada vez escupo más fuerte las peculiares, o no tanto, ideas que aparecen por ese vacío mio llamado cabeza.

Muchos versos,

Isabel.