“La gente debe ser entrenada para desear,
para querer nuevas cosas incluso antes de que las viejas hayan sido enteramente
consumidas. Los deseos del hombre deben eclipsar sus necesidades.” escribió
y propagó Paul Mazer, un importante banquero de Wall Street. El consumismo ha
llegado a convertirse en un dogma de cualquiera sociedad democrática moderna en
Occidente. Junto al paradigma de que formamos parte de la civilización “más
evolucionada” también encuentra hueco esta gran idea de que tenemos que comprar
productos que nos hagan la vida más fácil y feliz. ¿Pero por qué? Para
conseguir, así, una serie de valores que van asociados con poder e
independencia principalmente. Objetos que en un principio pueden ser vistos
como irrelevantes se convierten en poderosos símbolos emocionales porque nos
han enseñado que sean interpretados de ese modo. ¡Nos han creado una mentalidad
colectiva de la que no podemos escapar!
Actualmente
el ciudadano ya no es importante en su país como ciudadano, sino como
consumidor. ¿Para qué preocuparse de un grupo tan irracional que es fácilmente
manejable por una mano invisible controladora de los deseos? Porque nos han
enseñado que no se puede ser socialmente aceptado sin tener una serie de
requisitos y estos se consiguen comprando. ¿Cuán poderosa será la sociedad del
consumismo dentro de unos años si ya desde hace unos cuantas (muchas) décadas
no somos capaces de realizar una acción diferente de gastar? Soñamos tener un
gran trabajo y el canon perfecto de este es ganar mucho dinero. ¿Y para qué
queremos tanto dinero? Para comprar lo más superfluo del mercado y poder
mostrárselo a todo el mundo y así cuando estos lo vean puedan exclamar: “Porque
él lo vale”.
¿Realizar
un análisis de la sociedad no os lleva a replantearos si de verdad vivimos en un
mundo libre donde cada uno toma sus propias decisiones o si en cambio, estamos
sometidos a un Gran Hermano al que adoramos por hacer nuestra vida más feliz?
Muchas veces lo pensamos, pocas lo decimos, y muchas menos nos replanteamos el cambiarlo.
ResponderEliminarGenial, Isa.